Cristoforma es una organización dedicada a crear espacios y ofrecer recursos para fomentar la formación espiritual cristiana integral  en el siglo XXI.

Boletín de noticias

espiritualidad Cristoforme

Mario Bravo-Lamas, 20 de Abril de 2025

Consideren esto conmigo por un momento: ¿Qué pasaría si la formación espiritual no fuera un complemento a su trabajo en la iglesia, sino la misión de su iglesia? Permítanme decirlo claramente: la formación espiritual no fue concebida como un complemento al trabajo de la iglesia, porque la formación espiritual es la misión de la iglesia.

Dave Ripper en Experiencing Scripture as a Disciple of Jesus

RESUMEN

En Cristoforma entendemos la espiritualidad cristiana como una vida integral que une mente, corazón y acción: creer, amar y actuar. Es un camino en el que la verdad De Dios forma nuestra mente, el amor de Cristo transforma nuestro corazón y la presencia del Espíritu guía nuestras acciones. Este es el camino hacia el verdadero florecimiento humano: una vida buena, plena y con propósito (eudaimonía) que abarca dimensiones éticas, relacionales, emocionales, espirituales e intelectuales.

Este florecimiento no es solo fruto de deberes, técnicas, experiencias o hábitos saludables, sino de una formación espiritual que transforma a la persona desde su interior en una vida en comunión con Dios trino, restaurando en nosotros la imagen de Cristo. Esta espiritualidad no es fragmentada ni funcional, sino unificada por el amor del Padre, la gracia del Hijo y la guía del Espíritu.

Creer es habitar la historia de salvación del Dios trino, revelada en Jesucristo, como nuestra propia historia. Amar es vivir como hijos e hijas amados, unidos a Cristo, para que su vida tome forma en nosotros. Desde esa unión, imitamos a Jesús, no como una copia externa, sino como el fruto de una transformación interior. Actuar es encarnar esa fe y ese amor en lo cotidiano, participando activamente en la comunidad y en la misión reconciliadora de Dios en el mundo.

Esta espiritualidad no busca resultados rápidos ni soluciones superficiales, sino una vida profundamente arraigada en Cristo, formada por el Espíritu y orientada al Padre. En un mundo individualista y dividido, ofrece una alternativa trinitaria, encarnada, relacional y orientada al florecimiento humano, entendido como el desarrollo pleno de nuestra humanidad en la forma de Cristo.

Cristoforma es el camino donde la verdad nos forma, el amor nos impulsa y la acción nos compromete con la historia redentora de Dios. Es vivir como discípulos: no solo saber de Cristo, sino vivir en Él, ser como Él y llevar su presencia al mundo.

ESPIRITUALIDAD CRISTIANA Y FORMACIÓN ESPIRITUAL

Cristoforma es un modelo de formación espiritual cristiana integral, entendido como el proceso de dejar que Dios forme a Cristo en nosotros.

En un mundo donde la espiritualidad muchas veces gira en torno al bienestar personal, el auto-descubrimiento o la exigencia de superación, el mensaje de Jesús nos invita a algo mucho más profundo: rendirse a Dios, ser transformados desde adentro. La espiritualidad cristiana no son solo teorías, emociones o prácticas. Es vivir en Cristo, dejar que Dios forme en nosotros el corazón de Cristo: un corazón que cree, ama y actúa con Él, orientado al florecimiento de la vida.

• Una espiritualidad cristiana centrada en Cristo.

• Un enfoque trinitario, encarnado, relacional y misional.

• La transformación integral de la persona como objetivo.

• La importancia de integrar doctrina (creer), afectos (amar) y práctica (actuar).

Leer más: espiritualidad cristiana y formación espiritual, una alternativa centrada en Dios

LO QUE CREEMOS

Creer es habitar la historia de salvación del Dios trino, revelada en Cristo.

  1. Dios es Trinidad. Dios es amor. Desde la eternidad, el Padre ama al Hijo en el Espíritu. No nos creó por necesidad, sino por amor. Ese amor no se guarda: crea, salva y habita. La Trinidad no es teoría, es invitación a entrar en comunión, a participar en ese amor vivo, real y cercano. “Padre, tú me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Jn 17:24). Virtud: la fe como virtud de respuesta a la invitación de Dios de establecer una relación real y profunda.
  2. Cristo, nuestro centro. Jesús es es Dios con nosotros. Él no solo enseña el camino: es el Camino. Nos muestra cómo es Dios… y cómo podríamos ser nosotros.  Su vida, muerte y resurrección nos muestran cuánto nos ama y cómo podemos vivir. Su cruz es la cumbre del amor. Su resurrección, la promesa viva. “Ya no vivo yo, sino Cristo vive en mí” (Gál 2:20). Virtud: en Jesús el amor de Dios se hace palpable.
  3. Vivimos en una historia de salvación. La Biblia no es solo un libro: es la historia de Dios rescatando al mundo. El pecado nos hirió, pero Dios vino a rescatarnos. Esta historia no terminó: se dirige a la nueva creación. Y tú estás invitado a ser parte. Tú y yo estamos llamados a vivir en esa historia: siendo restaurados, sanados y enviados a amar. “El que estaba sentado en el trono dijo: Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21:5). Virtud: la historia de Salvación es una de esperanza.

Virtudes: fe, amor y esperanza (1 Corintios 13:13).

Leer más: lo que creemos, el fundamento teológico de la formación espiritual

LO QUE AMAMOS

Amar es vivir como hijos amados, unidos a Cristo, para que su vida se forme en nosotros. Desde esa unión, lo imitamos: no como copia externa, sino como fruto de una transformación interior.

  1. Identidad en Cristo: Somos amados primero. Dios no ama por obligación, sino por quien Él es. Ese amor primero nos sana, nos restaura y nos llama a vivir con sentido. De ahí nace toda espiritualidad verdadera, no por esfuerzo sino por participación. No se trata de portarse bien, sino de vivir desde tu nueva identidad en Cristo. “Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero” (1 Jn 4:19)
  2. Unión con Cristo. Seguir a Jesús no es admirarlo desde lejos, sino que como respuesta a su amor es estar unido a Él. En esa unión, nuestros deseos se transforman. Amamos lo que Él ama. Servimos como Él sirvió.  El Espíritu nos da un nuevo corazón para vivir así. “Permanezcan en mí, como yo en ustedes” (Jn 15:4).
  3. Imitar a Cristo, Amor encarnado, es dejar que el Espíritu forme en nosotros un corazón como el suyo. Un amor que no huye del dolor, que sirve con gozo y que perdona de verdad.  Ser cristiano no es solo creer o sentir. Es vivir como Jesús, amar a otros como en su amor. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones” (Rom 5:5).

Ciclo de amor: Así como el Padre me ha amado, así también yo los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor; así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.  Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea completo. Éste es mi mandamiento: Que se amen unos a otros, como yo los he amado. Juan 15:9-12

Leer más: Lo que amamos, crecimiento espiritual desde el corazón cristoforme

LO QUE HACEMOS

Actuar es encarnar esa fe y ese amor en lo cotidiano, en comunidad y misión.

  1. La Persona: Vivir desde una nueva identidad. Cada acto cotidiano puede ser una respuesta al amor del Padre. Orar, ayunar, meditar, servir: prácticas que nos forman para vivir como hijos del Padre. Discipulado es actuar el evangelio en lo cotidiano, con la ayuda del Espíritu.“Todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” (Col 3:17). Espiritualidad personal tanto introspectiva como en el desarrollo de virtudes, ora et labora.
  2. La Iglesia: Una comunidad que practica la fe. No caminas solo. La iglesia es el taller donde el Espíritu te va moldeando, donde el amor toma forma en lo simple: formar, fallar, perdonar, compartir, servir, esperar juntos. “Así también ustedes, como piedras vivas, están siendo edificados como casa espiritual” (1 Pe 2:5). Espiritualidad comunal (religión), estas comunidades parten desde la familia, los amigos, grupos, pero en especial la iglesia o comunidad de fe la cual ofrece una estructura y orientación comunal que nos obliga a no hacer una selección de creencias y prácticas guiada por el ego (Filipenses 2:1-11).
  3. La Misión: Participar en la obra redentora de Dios. La misión no es una tarea externa, es dejar que la vida de Cristo se expanda desde ti hacia el mundo. No como imposición, sino como encarnación del amor de Dios. Servimos, cuidamos, proclamamos y restauramos porque somos parte de su misión. Amar al prójimo, cuidar la creación, luchar por justicia y mostrar que Jesús vive… con tu vida. “Así alumbre su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos” (Mt 5:16). espiritualidad orientada hacia el desarrollo y el bien común.

Espiritualidad: personal, comunal (religiosa) y hacía el desarrollo.

Leer más: lo que hacemos, la persona, la iglesia y la misión de Dios

UNA ESPIRITUALIDAD EN TRES DIMENSIONES

No es técnica ni fórmula, sino una vida arraigada en Cristo, guiada por el Espíritu y orientada al Padre; en un mundo individualista, ofrecemos una espiritualidad trinitaria, encarnada y relacional, pues no se trata solo de saber de Cristo, sino de vivir en Él, ser como Él y llevar su presencia al mundo, porque ese es el corazón del discipulado; como escribió el apóstol Pablo: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Gálatas 4:19), y ese es nuestro anhelo, ese es nuestro camino, eso es Cristoforma.

Leer más: una espiritualidad en tres dimensiones, creer, amar y actuar

“Se trata de seguir e imitar a Jesús y ayudar a otros a seguirlo e imitarle. Es para todos, no solo para algunos”. E. K. Strawser en Centering Discipleship

Leer más: espiritualidad y formación espiritual por Eugene Peterson

CAMINO HACIA EL FLORECIMIENTO HUMANO

En Cristoforma entendemos el florecimiento humano como una vida plena que surge de la formación espiritual en comunión con Dios.

En las últimas décadas, teólogos como Volf, Pennington y Jipp han recuperado una visión del florecimiento humano como fruto de la comunión con Dios en Cristo por el Espíritu, entendiendo la vida plena como participación en la vida divina que transforma al creyente y lo orienta al amor, la justicia y el bien del prójimo; en este horizonte surge Cristoforma, un modelo de formación espiritual que integra creer, amar y actuar, concibiendo el florecimiento como una unión viva y creciente con Cristo, pues creemos que el verdadero bienestar se alcanza cuando la imagen de Dios en nosotros se restaura a la forma de Cristo, y por eso acompañamos a personas y comunidades en un camino de transformación donde creer, amar y actuar se integran como expresión de una vida centrada en Él.

Leer más: Cristoforma y florecimiento humano